Paso N° 3 – Aprende a Perdonar

Para sacudir las esposas invisibles que evitan que seas tu mejor yo, también tienes que perdonar – a ti  a otros. Pero el perdón no es una solución rápida. Tendrás que buscar cuidadosamente el regalo que vino envuelto en papel de arena y reconocer la parte de tu personalidad que tiene que crecer y expandirse para dejar atrás la experiencia negativa que has experimentado. La gratitud por las lecciones aprendidas y la compasión por nuestras imperfecciones siempre nos llevarán hacia el perdón.

Cada experiencia te da la oportunidad de sacar a la luz una nueva fortaleza y una nueva profundidad en tu perseverancia. Identifica de qué manera eres una mejor persona debido a esa experiencia en particular y luego di: “Gracias por darme la oportunidad de descubrir mi determinación. Gracias por darme la oportunidad de establecer límites saludables.”

Cuando dejas de intentar proteger tu propia imagen y abres tu corazón a una mayor compasión, recién ahí puedes dar los primeros pasos para remover tus esposas invisibles.

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Vaciar la Vasija

No se puede meter sabiduría en la cabeza de alguien. Lo único que se puede hacer es ayudar a las personas a vaciar su vasija.

El cerebro es una cosa extraña. Intenta llenarse todo lo que puede. Si vemos un objeto que no hayamos visto nunca, nuestro cerebro se queda muy confundido, y su reacción es: “¿Qué es eso?”. La imaginación sólo te puede llevar hasta cierto punto. Pero hay algo maravilloso que existe más allá de tu capacidad de imaginar. Vamos a llamarlo “la paz y la alegría” que residen en tu corazón. En el ámbito del corazón, en el mundo de esa belleza interior, hay algo que es realmente divino, no porque lo hayamos hecho nosotros, sino por su propia naturaleza. No estoy hablando de hacer conjeturas. No voy a contestar a tus preguntas. Puedes estar seguro. Sólo seguiré insistiendo en que vacíes tu vasija y, cuando lo hagas, por fin habrás dejado sitio para las respuestas. Porque las respuestas están dentro de ti.

Vivimos en una sociedad en la que cuando queremos saber algo, buscamos la respuesta en Internet. Pero, ¿has encontrado tú la respuesta?
No se trata de predicar, ni de razonar. Se trata de alcanzar y agarrar la respuesta y darse cuenta: “Sí, ahora comprendo”. No que digas: “Ahora me han dado la respuesta”. Eso no tiene sentido. Quiero que puedas decir: “Ahora comprendo. Ahora sé”. Así debe ser, porque ésa es la súplica de tu corazón.
Hay una oportunidad, una oportunidad sencilla, si puedes verla. ¿Cómo puedes verla? Vacía tu vasija. ¿Y cómo lo haces? Es fácil. Simplemente empieza a deshacerte de todo lo que no es tuyo y te garantizo que tu vasija estará bien vacía.

Porque nada de lo que hay en ella es tuyo.

En tu vida, cuando te decían algo, tú contestabas: “De acuerdo”. Cada vez que estabas de acuerdo, se metía algo en la vasija, y eso ocurría una y otra vez. Desgraciadamente, la cosa ha llegado a un punto en el que ya no hay sitio para nada más. Está llena.

¿Qué hay en la vasija? Parte de todo lo que está pasando en el mundo. La gente se pelea a causa de Dios. Las naciones se enfrentan. Los seres humanos expresan su ira unos contra otros sólo por sus opiniones. Hemos creado un mundo en el que no decimos: “De acuerdo, nunca podremos imaginarnos a Dios. Simplemente, sintámoslo, respetémoslo y cantemos sus alabanzas”. No. No puede ser así de sencillo. “Atribuyámosle un sexo”. ¿Crees que Dios tiene que tener sexo? “Pongámosle unas manos”. ¿Acaso Dios necesita manos? Ese poder, esa energía que está en todas partes, que no viene de ningún sitio ni va a ningún sitio, ¿necesita 

piernas? Piénsalo.

Al menos mira tu vasija y ve lo llena que está. Mira a ver si puedes reconocer que esas cosas no son tuyas. Tú nunca las pusiste ahí. Son las voces de las personas que estaban antes que tú y te dijeron cómo tenía que ser. Y tú contestaste: “De acuerdo”.

No digo que eso esté bien o mal. Sólo digo que es tu vasija. Al menos, tendría que contener lo que tú crees que debería haber en ella. Porque en esta vida lo esencial eres tú. El regalo de la vida se te ha dado a ti. Cuando aceptas ese regalo, te llena de una alegría increíble, te trae una claridad incomparable. Y entonces tu vida se llena de gratitud, gratitud por estar vivo. ¿Podrías pensar en una historia mejor? ¿Puedes pensar en un final mejor para un día? ¿Se te ocurre un comienzo mejor para un día que sentirte lleno de gratitud? Es el regalo supremo.

Fuente: Prem Rawat